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El derretimiento de los glaciares;
El aumento del nivel del mar y la inundación de ciudades
costeras;
La proliferación de huracanes devastadores;
La migración forzada de ciertas poblaciones y especies;
La desertificación de zonas fértiles y su impacto en la
agricultura y la ganadería.

Estos impactos no se limitan al medio ambiente, también
tienen profundas repercusiones en la sociedad y la
economía. Las olas de calor, afectan directamente la salud de
las personas, aumentando el riesgo de enfermedades y
mortalidad, especialmente entre los grupos más vulnerables
como niños y adultos mayores. Por ejemplo, Durante la
temporada de calor comprendida del 17 de marzo al 5 de
octubre de 2024, se registraron a nivel nacional 3,986 casos
confirmados y 329 defunciones, lo que corresponde a una
letalidad del 8.25 % de acuerdo con Cuevas & Peralta (2024)
de la Dirección General de Epidemiología perteneciente a la
Secretaría de Salud.
También los fenómenos
climáticos extremos generan
pérdidas económicas
significativas debido a la
destrucción de cultivos, la
interrupción de cadenas de
suministro y los daños a
infraestructura generando
un alto costo para las
economías locales y
nacionales. Según el Banco
Mundial (2016), los
desastres climáticos
ocasionan pérdidas
promedio de miles de
millones de dólares anuales,
afectando especialmente a
las personas en estado de
probeza.